UNA HISTORIA MEDIEVAL. PALABRAS Y ESPADAS.
Gam, el guerrero,
tenía la voz etérea, locuaz y cautivadora. La espada férrea, sagaz y segadora.
Una voz que no
aceptaba réplica, ni reclamos, que debía ser obedecida, que te somete a su
voluntad. Una descarga eléctrica que recorría todo tu cuerpo y enajenaba desde
los oídos a todos tus sentidos. Una espada a la que no se le ofrecía
resistencia, si clemencia y obediencia, que promete la verdad, que podía recorrer
todo tu cuerpo dejando un mapa de tajos y senderos.
Los que lo habían escuchado
jamás podrían olvidar su voz. La recordaban como un dulce canto de sirena que
los mecía entre el vaivén de las olas. Como un trueno en plena noche, siguiendo
de un rayo que iluminaba, como un hechizo del hechicero Mut. Una suave brisa de
primavera que te susurraba al oído como hacía con Mag la maga, una lluvia que te
empapaba de repente en medio de la intemperie, y te helaba hasta los huesos. Un
cálido verano junto a una hoguera, que te hacia dormir como en un profundo
sueño en un buen cuento. El murmullo del rio incomprensible y familiar, que
aceptas, porque está mandado, como las leyes no escritas. Como un deshielo de
montaña que deja ver. Y vos y a no podés hacer otro cosa que seguirla como
danzando tras su melodía, o paralizado en la verdad férrea y más suprema, como
el maestro guerrero Mat. Esa voz desde el tiempo de las cavernas, oracular, la
del que todo lo sabe, la de las leyes no escritas del rey Sam. Esa voz
encantadora de los cuentos de hadas como la de Tute el cuentista. Que decir y
como decirlo.
Con la espada, no
quedaba más que defenderte o correr. El tirano Lum recordará siempre como sin
ser tocado por la filosa, se iban produciendo marcas en su cuerpo, mientras el
guerrero Gam hacia girar su espada, en fintas, mandobles y estocadas, y algo decía.
La palabra iba siempre
junto con la espada. De algún lugar le sonaba eso de que la letra con sangre
entra. Una palabra que daba luz ante el ocaso de la mentira, una espada que se habría
paso en la maleza.
En fin, que te
hablaba y te seducía. Si lo veías lo amabas. Ya sabemos en parte de donde nacen
los personajes extraordinarios de los cuentos de hadas.
Pero lo era más
cuando prescindía de ellas, palabra y espada, se quedaba callado y sin
desenfundar, su espada asomando sobre su hombro izquierdo, su palabra hablando como en un
recuerdo.
Su mayor virtud, eso es lo mejor del guerrero Gam.
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