7C
Al salir del 7D, fue como
si pasase por un pasillo de ensueños, un pasadizo onírico minutos antes de que
llegara a la oficina, de lo que era al teatro diario. La melodía inundaba el
recinto, al pasar por el 7C, el séptimo cielo como rezaba un cartel en la
puerta, la melodía se pronunciaba aún más, acompasada por un rítmico tintineo,
como si alguien estuviese golpeando el teclado de una computadora, un tipeo. Una
fragancia a naranja y chocolate. Llamó al ascensor y al entrar se fue
despidiendo de ese sentimiento en sueño para entrar en los pensamientos de cuentas
y papeles, el ajetreo de la calle la sacaría violentamente del último
sentimiento.
Pero en este caso no fue
así, siguió pensando en ello, ¿Qué estaría haciendo su vecino detrás de la
puerta? ¿Qué tipiaría en ese ordenador? Siguió camino a la oficina.
Al día siguiente poco
antes de salir, vio junto a la puerta un papel, comenzó a leer, una letra
acompasada con su melodía, y unos versos que le hacían recordar a fragancia de
naranja con chocolate:
Unos pasos que pasan
junto a la puerta, un dong que pronuncia el ascensor, un par de segundos demás
que se demora la puerta del ascensor en cerrarse. Un pasillo que separa la
noche y los sueños al despertar y el día.
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