UNA HISTORIA MEDIEVAL. PALABRAS Y ESPADAS.
Los ojos de Gam el
guerrero cambiaban según la situación. Cuando se encontraban contemplando las
praderas era de un verde profundo y sereno. Cuando se encontraba en una
fragante lucha se inyectaban de un rojo visceral, el mismo rojo que solía
incendiar sus pupilas cuando se encontaba con Mag la maga, pero este rojo era
diferente, como una llama doble de pasión y deseo. Dicen que cuando asoló la
ciudad de los malvados Noseas, eran negros como una noche sin estrellas.
Gam el guerrero no
necesitaba pronunciar palabras, con sus ojos podía orquestar todo un hechizo.
Mag la maga miraba como Gam manejaba los vientos con la mirada, podía ver lo
que decía en silencio, como si las palabras se presentaran en sus ojos. Hay
veces que los ojos hablan más que las palabras, pensó.
Tute el cuentista
enfatizaba sus palabras con ademanes y miradas. Mag la maga tenía unos ojos que
hechizaban de solo mirarla. El maestro guerrero Mat no necesitaba palabra
alguna, su espada era la que hablaba. Las palabras del hechicero Mut, movían cosas,
acariciaban, incitaban. Las del rey Sam eran la ley. Y las del guerrero
Gam eran las justas y
necesarias, salvo cuando las enfatizaba con su mirada. Esa mirada que helaba
las praderas, que encendía hogueras, esa que disuadía al contrincante, sin
tener que sacar la espada. Así era cruzar palabras, espadas o miradas con el
guerrero Gam.
No hay comentarios:
Publicar un comentario