UNA HISTORIA MEDIEVAL. PALABRAS Y ESPADAS.
A los que se fascinan con las historias,
A los personajes extraordinarios.
Gam tenía la espada
sobre su regazo, murmuraba algún conjuro, que según el hechicero Mut le infería
propiedades mágicas a la espada. Luego se levantó, la enfundo en la vaina, y se
dirigió apartado a un lado. Tute el cuentista y Mut el hechicero se encontraban
junto a la hoguera, Gam el guerrero se hallaba ya de pie junto al pie de la
colina, clareaba sobre el horizonte. Tute se puso a mirar a Gam el guerrero,
Mut seguía como en trance jugando con el fuego en una especie de encantamiento,
ya había visto muchas veces hacer lo que Gam estaba a punto de hacer, pero Tute
no, y se fascinaba cada vez que Gam lo hacía. Ahí parado, erguido casi en una
posición estatural, los hombros erguidos, los brazos extendidos hacia los
costados, su espada que le cruzaba la espalda de izquierda a derecha de arriba
abajo, la empuñadura y el pomo sobresaliendo por sobre su cabeza dando al guerrero
casi una estatura colosal. Tenía todo lo que un personaje de leyenda requería.
La espada podía
dejarla con el cuentista y el hechicero pero decía que para este tipo de
decisiones su espada como sus hechizos era parte de él. ¨No soy nada sin mi
espada y mis palabras, como ellas no son nada sin mí.¨
Ahí el brujo miraba
al horizonte, murmurando un conjuro, encomendándose vaya uno a saber quién,
pensando en alguien, llamaba al viento que iba y venía con más frecuencia del
habitual, y se ve que al viento le gustaba y respondía porque jugaba y hacia
ondear el pelo del guerrero. Y lo más llamativo, sabía que había decidido todo
cuando extendida sus manos en toda su longitud, luego las cerraba en unos puños
perfectos, repetía ese movimiento dos veces, ni uno más ni uno menos, como un
mantra, como un ritual.
El viento apacible se
volvía de repente frenético y enrarecido a medida que cerraba los puños para
volverse sereno y acompasado cunado estiraba las manos.
Luego se daba vuelta,
y ya Tute y Mut sin mirarlo siquiera sabían que ya tenía Gam todo decidido, y
que se debían preparar, ya para la acción.
Tute recordó al ver
unas hojas que revoloteaban alrededor de Gam, lo que el hechicero le había
contado:
-Al principio el
hechicero Mut me entrenó comenzando a manejar el viento, con las hojas. Luego Mag
la maga me hizo atemperar el ulular de mis ráfagas de viento que arremolinaban
a las hojas, en un suave susurro que las danzaba.
A Gam le gustaba
cuando estaban en un paraje de vez en cuando jugar con las hojas movidas por el
viento, quizás rememorando viejas enseñanzas o pensando en la maga, en sus
historias, en cuándo fue que se convirtió en el guerrero Gam.
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