DEJAME QUE TE CUENTE UN CUENTO
-¿Por qué no me contás
algo de tu vida?- le dijo Sofía.
-¿Querés que te ilustre
mi vida con historias?- le respondió Matías, y porque no mejor generamos esta
noche alguna historia, dejemos que esta noche nos cuente.
Matías tenía eso, no solo
contar historias sino generarlas. Los siete mares, los cien puertos, y las mil y una historias. Un poema incomprensible pero excitante. El verso y el beso.
Matías era caótico,
impredecible. Pero con él te podías sentir seguro, sabias lo que podías
encontrar a la vuelta de la esquina. Una tormenta en pleno verano, las
primaveras que suceden al invierno.
Lo que tenía Matías de
extraordinario era su carácter de indefinible. Intentar describirlo en palabras
era definir alguna de sus partes. La intención era mirarlo solamente y se te
venia todo lo que de él se podía decir, y las palabras estaban de más. Como un
cuadro que te deja sin palabras, y como un par de palabras que generan tantas imágenes.
¿Por qué negro o blanco?
Matías era toda una paleta de colores, abigarrado en apariencia, pero en
constante armonía, donde predominaban más unos colores que otros, a veces era
un rojo incesante, otras un azul de un mar en calma. ¿Pero qué se puede decir
de un color si no va ligado a un sentimiento o a una imagen?
Ni un verso tan corto
donde se esconde todo un universo, ni una novela tan larga, tan corta como una
noche a dos velas. Los versos son sentimientos, un momento, la novela
argumentos, pensamientos. Matías era cuentos, a medio camino entre el verso y
la novela, un cuento para cada noche. Cuentos sin principios ni final. Es como
aunar la razón y el corazón. Y la razón es la que se detiene y piensa, y el
corazón es el que late y avanza. Y hay que estar en un equilibro para poder
llevar un acompasado movimiento.
Se puede contar toda una
historia en un par de versos, y en un par de versos encerrar una gran historia.
Matías descreía un poco
de las definiciones pero le gustaban como juego intelectual, adoraba las
intuiciones y la imaginación, como un juego sentimental.
¿Se puede sentir
predilección por los versos y los besos? Claro que sí, es un amor
correspondido, de los versos se llegan a los besos, y de los besos a los
versos. Y cuando suceden que se encuentran los dos en una misma noche es como
estar en el séptimo cielo.
Dame algunos besos, ya
escribiré luego algunos versos.
-¿Y querés que te hable
de mí? ¿Lo querés en un verso, en una interminable novela? Mejor, déjame que te
cuente un cuento.
-No me vengas con versos,
mejor besame- dijo Sofía.
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