-¿No le molesta decir lo que dice?- le peguntó el ayudante del Capitán Vulgaridad al poeta Relámpago.
-¿Molestarme? Al contrario, me encanta. Sinceramente, a mi me molesta la hipocresía, bueno en realidad no me molesta, me da lástima, tener que mentirse uno mismo, al otro, dar una imagen que uno no es. Cuando veo eso en las otras personas me da pena, y no quiero eso para mi. Igualmente, no digo todo lo que pienso, claro está, imaginese. A veces por cortesía, otras por salvar el pellejo, otras por no tener que pelearme con nadie. Imaginese si yo dijera que, si lo pensara, que usted es un estúpido, si es comprensivo quizás lo entendería, en ese caso no es estúpido y podríamos discutirlo. Pasa eso con los amigos, con los conocidos. Pero si usted es un desconocido o un estúpido, seguramente nos moleríamos a golpes, y para evitar eso, ¿Se entiende?
-¿Vos no estarás pensando que soy un estúpido?- le preguntó el ayudante, entre risas.
-Por supuesto, usted primero sabe bien quien es, y la estima que le tengo. Además si usted no lo piensa yo tampoco- concluyó el poeta.
-¿No le molesta decir lo que dice?- le peguntó el ayudante del Capitán Vulgaridad al poeta Relámpago.
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