Un soneto lo escribo en esos momentos,
Que me encuentro en mi séptimo cielo.
Sin pensar, si me acerco a lo que siento,
Un poeta y su musa ruedan por el suelo.
Mis versos son como ráfagas de viento,
Que arremolinados, juegan con tu pelo.
Sin principio ni final como en un cuento,
La primavera al invierno en un deshielo
Rompe con el diluvio universal, el frío,
El tedio y el hastío, y no tengo más abrigo,
Que estos catorce versos de mi poesía.
La espuma y la sal de mar, del dulce río,
Las flechas errantes de Cupido a tu ombligo,
Las mil y una noches que he leído de día.
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