Estaban como siempre el poeta y el filósofo, una pensando de cara al horizonte, el otro sintiendo que lo tocaba. Y ahí los dos pensamiento y sentimiento dijeron así:
-Estuve pensando sobre tu poema- comenzó a decir Fo pero fue parado en seco por Rélampago.
-No, ni lo pienses, siente- le dijo el poeta Relámpago al filoso filósofo Fo- Yo no hago poemas para que los interpreten, sino para que los sientan. No le busques mensajes ni moralejas, ni la quinta pata al gato, ese es el problema, buscarle un significado, intenta sentirlo, que cale hondo en tu ser, yo hago poemas para que se emocionen, no para que piensen- dijo al fín Relámpago.
-¿Pero qué problema tenés con que lo analice?- dijo Fo.
-¿Yo problemas? Yo problemas no tengo ninguno, el problema es la gente- y comenzó a reirse con esa risa burlona que lo identificaba.
Fo miró a Relámpago, le parecía que le estaba tomando el pelo, que lo insultaba, o que se reía de él, pero luego recordó del tono irónico del poeta, y de su genialidad, y que lo hacía para divertirse, y se rió con el poeta.
-No, ni lo pienses, siente- le dijo el poeta Relámpago al filoso filósofo Fo.
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